"No puedo evitarlo. Ya nada me
importa. Todo se ha vuelto borroso. Sólo veo el bosque como una masa viscosa a
través de mis lágrimas. Y no, no soy egoísta, tengo derecho a sentirme herido.
Mi pena es inmensa, infinita y no se marchará nunca porque es mía y de nadie
más. Nada puede consolarme ni siento compasión por nadie que no sea yo. Sé que
debería estar llorando la muerte de Jimmi Hodges pero mi desgracia es mayor. Nunca
más volveré a enamorarme, nunca!!!! Este bosque acuoso es testigo de mi
firmeza. Nadie más volverá a herirme y cuando me muera ella sentirá su
arrepentimiento como algo tan profundo que no se podrá perdonar en la vida. Su
culpa caerá sobre ella como una lápida y sabrá el daño que me ha hecho y ya no
podrá remediarlo. Ojalá me muriera ahora mismo y ella lo sentiría siempre. Sí,
ojalá resbalara al cruzar el puente y se me llevara el río para depositar mi
cuerpo en la orilla junto a la escuela para que todos me descubrieran y la
señalaran. Y ella sabría que me ha herido. Ahora tendré que esconder mi herida
tras la mentira de llorar a Jimmi Hodgens y tendré que fingir que mis lágrimas son
por él. Y sólo yo sabré el origen de mi desdicha porque es tan grande que sólo
yo puedo soportarla. Y nunca más volveré a ser niño, ni inocente, ni feliz
porque nunca más volveré a amar a Becky porque ella no sabe perdonar."
Ésta es una muy libre
interpretación* del texto extraído del libro de “Tom Sawyer” propuesto como
tema para el “1er. Concurso de Ilustración de la Editorial Proa Espai 2011” al
que me presenté. No salí ganador, tampoco perdedor. La experiencia ha sido
buena porque he aprendido mucho de ella. Me he arriesgado a interpretar un
texto a través de un dibujo y he leído un libro fantástico y muy inspirador. A
quien quiera recordar el aroma de su adolescencia, de los veranos de vacaciones
interminables, los romances de juventud frustrados en los que nos iba la vida y
los secretos compartidos con un mejor amigo, le recomiendo que lea el excelente
libro de Mark Twain, que, como Salinger creo que nunca dejaron de ser jóvenes en
su literatura. Qué afortunados!
*de mi colaboradora, como empieza
a ser habitual: La brujita Ye-Ye.
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